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La Magia del Atelier

Por: Sebastián Mejía y Ana Sofía Vélez



Al entrar al Atelier por primera vez, los niños quedan inmersos en un mundo completamente diferente al suyo, un mundo con ciudades en las paredes y ríos fluyendo por el suelo, cuyos baños reflejan piscinas en cada uno de sus muros. Luego, entran al emblemático cuarto oscuro, iluminado únicamente por una bola giratoria cubierta de espejuelos.


La misión del Colegio Bolívar es, “formar a estudiantes desde los 4 hasta los 18 años, y educarlos en un ambiente bilingüe y democrático para que sean autónomos, demuestren un espíritu de colaboración e investigación y mantengan un compromiso con la excelencia y las

más altas aspiraciones para el bienestar tanto del individuo como de la sociedad.” Es esencial que los educadores del colegio hagan todo lo posible para que esta misión se cumpla, con el fin de fomentar el crecimiento de los estudiantes como personas e individuos en sociedad. En preprimaria, las primeras etapas del colegio, es crucial que los niños aprendan a ser autónomos, que desarrollen un espíritu de colaboración y que comiencen a investigar, sin embargo, la posibilidad de hacer esto en el aula es limitada, particularmente para personas con una creatividad tan grande como los niños, y con una necesidad de expresión tan importante. En el colegio hay un espacio dedicado a esto, y a mucho más, este espacio es el Atelier, lo cual significa Taller del Artista en francés e italiano. Este es un lugar pedagógico y artístico donde los niños desarrollan proyectos de investigación siguiendo sus intereses e interrogantes.


El Atelier nació en el 2005, con la pedagoga, y en ese entonces coordinadora de extracurriculares de preprimaria, Manena Villanova, quien desarrolló la propuesta junto con la artista y educadora Paula Agudelo; en equipo implementaron una clase de arte dirigida a los niños de preprimaria y enmarcada en la filosofía Reggio Emilia. Esta filosofía plantea que el aprendizaje de los niños se puede llevar a cabo de una manera exitosa por medio de la observación y la investigación, para así desarrollar su creatividad. Esta forma de enseñanza, y muchas otras, como la pedagogía Waldorf y las ideas de Montessori, junto con la experiencia personal de las maestras, ha dado cuerpo a lo que es el Atelier actualmente, y convergen en la investigación central del Atelier. Paula Agudelo, que aún trabaja allí como maestra nos ayudó a desarrollar nuestro reportaje y nos contó lo siguiente: “La propuesta que tenemos aquí en el Atelier del colegio maneja tres líneas de investigación propias que han sido muy importantes a lo largo de su construcción durante estos 15 años”.




La filosofía del Atelier


La primera línea de investigación plantea que el Atelier es un lugar de escucha, donde las formas otras que tiene la infancia son legitimadas y se hacen visibles. Estas formas otras son maneras de conocer el mundo, de saber, estar y habitar en él. Los adultos siempre les dicen a los niños lo que se espera de ellos y lo que deben hacer, así van moldeando sus personalidades, pero no se respeta su verdadera forma de ser y de relacionarse con las cosas y con los otros. Aquí se les da un lugar a los niños para que sean escuchados y depende de ellos la manera como se llevan a cabo los proyectos, dándole reconocimiento a su voz e intimidad con el espacio.

La relación entre los niños y el espacio hace parte de la segunda línea de investigación del Atelier, la cual trata principalmente de las prácticas artísticas que hacen los niños y sus relaciones con estas. En el Atelier, el arte no es una herramienta para que los niños se expresen, tampoco se busca que sean artistas de alto calibre; el objetivo es que exista una relación de complicidad y escucha entre los niños y sus proyectos, en los cuales se involucra el espacio, los materiales y sus compañeros de clase. De esta forma, se establece un diálogo entre los niños y el proyecto, y con este diálogo, ellos pueden resolver sus interrogantes más profundos. Además, el proyecto se basa en su experiencia propia, de acuerdo con las historias de cada uno. Así, los niños pueden hacer un proyecto basándose en sus intereses y en su forma de ser, interactuando con un espacio que presentará dificultades que deben resolver y les ayudará a contestar sus interrogantes.


La tercera línea de investigación del Atelier trata sobre la basura como historia. Para la sociedad la basura es un desecho, es lo que dejamos de usar, lo que ya no nos importa. Lo mismo ocurre con la infancia, se asume que cuando se llega a cierta edad, uno debe dejarla atrás. Debido a esto, existen coincidencias entre los niños y la basura. Cada niño tiene una historia, y cada pedazo de basura también, es por esto que en el Atelier, los niños interactúan con la basura para contar nuevas historias.




Los proyectos del Atelier


Al entrar al Atelier por primera vez, los niños quedan inmersos en un mundo completamente diferente al suyo, un mundo con ciudades en las paredes y ríos fluyendo por el suelo, cuyos baños reflejan piscinas en cada uno de sus muros. Luego entran al emblemático cuarto oscuro, iluminado únicamente por una bola giratoria cubierta de espejuelos. Este espacio es preparado por las profesoras del Atelier, todas artistas, llevando a cabo su vocación del arte, pero también de la pedagogía. Todo lo que los niños encuentran es una provocación, algo que podría despertar en ellos un interés creativo. El espacio es un cuerpo que se transforma en relación con las actitudes y los intereses de los niños, se va adaptando a sus gustos, guiándonos en un proceso, cuyo producto final es determinado por ellos. Esta primera fase de inmersión termina cuando los niños ya han pulido sus intereses. Aquí pueden intervenir las maestras, para incentivar a los niños a que comiencen a elaborar un proyecto. Después de esto, los niños comienzan a llevar a cabo sus propuestas y a interactuar entre ellos para crear algo.


En el proceso de creación se establecen objetivos y cada estudiante tiene un lugar, con ciertas tareas que debe cumplir. Si hay algún desacuerdo, este no se resolverá dando la razón a uno de los niños, la idea es que todas las propuestas coexistan y se encuentre una manera de realizarlas. De esta forma, ninguna idea es considerada inferior, y no se antagoniza la postura de nadie; por lo tanto, todos los niños son escuchados, y el Atelier les da un lugar a todos en sus proyectos. Cada proyecto tiene sus propias necesidades y objetivos, por lo que cada uno finaliza de una manera distinta. Al finalizar el año escolar, el Atelier se llena de distintos proyectos y creaciones de los niños, que reflejan aportes de cada uno de ellos y de cada una de sus historias. Esto culmina en un museo en el que se expone lo construido a todos los alumnos, a sus padres y a los profesores.




La magia


El Atelier ha enfrentado dificultades y ha tenido que adaptarse a ellas. Con la pandemia tuvieron que cambiar completamente su forma de trabajar y se les presentó el interrogante: ¿Cómo se hace el Atelier sin el espacio del Atelier? A pesar de lo difícil que aparenta resolver esta dificultad, es importante tener en cuenta que el Atelier no es un espacio designado, es un cuerpo, que se adapta a cualquier tipo de situación dependiendo de las necesidades de los niños. En eso está su magia, el Atelier puede estar en cualquier lado, lo único que se necesita es la imaginación de los niños, y que el espacio despierte en ellos esa imaginación. Por esta razón, fue posible que los niños desarrollaran pequeños atelieres en sus casas, así cada uno creó su propio proyecto, con materiales e ideas suyas.


Después de hacer nuestra investigación consideramos que el Atelier aporta a los niños una gran cantidad de enseñanzas y experiencias que les serán increíblemente útiles en su vida cotidiana. Además, se cumple la misión del colegio, porque los niños son autónomos, creando

su propio proyecto de manera libre, interactuando con el espacio y con los otros. También aprenden a colaborar con los otros de manera saludable, y se familiarizan con los procesos de investigación. Al hablar con la profesora Paula sobre cómo el Atelier les puede ayudar a los niños en el mundo real, nos contó lo siguiente: “No vamos a cambiar el mundo, pero sí podemos brindarles a los niños experiencias distintas que les permitan habitar en sí mismos, y habitar el lugar donde estén de manera sana para ellos y para los otros. No creemos que esta sea la única forma de lograr esto, pero creemos que es una experiencia valiosa que puede contribuir a un futuro en el que nos tratemos diferente”. En un mundo como el nuestro, lleno de polarización y plagado por una falta de tolerancia a la diferencia, es crucial que existan lugares como el Atelier, que permiten entender que puede haber un lugar para todos, sin importar lo diferentes que seamos. Como estudiantes de 12, ya volviéndonos mayores de edad, la sociedad nos fuerza a despojar nuestra niñez, pero con esta investigación, recordamos todas las experiencias que hemos tenido y nos damos cuenta que parte de la infancia, y parte del Atelier siempre vivirán en nosotros, y solo necesitamos nuestra imaginación para activarlos. Además, nos venimos dando cuenta que aunque todos somos distintos, en el mundo, en alguna parte de él hay un lugar para todos y cada uno de nosotros.


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