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un día

La realidad de doce

Por: Sara Carrascal, 12º



Cuando estaba en noveno, una de las primeras cosas que me dijeron mis amigos mayores, era que no me preocupara mucho, que lo duro llegaría cuando estuviera en once. Desde entonces, siempre escuché que ese era el año más difícil del colegio. Cuando les pregunté por doce, sus miradas se relajaban y, con una risa burlesca, decían que era el año más relajado. Decían que era el año más divertido y el de menos trabajo. 


Noveno y décimo se pasaron sin cambios relevantes, luego, llegó el temido año. Once. Estaba preparada para lo peor. El primer mes, me lo pase prevenida, desconfiada, esperando que en cualquier momento el sol dejara de brillar en mi camino hacía la graduación. 


Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, me encontré con que no había nada inusual o particularmente… llamativo sobre once. Al final, solo fue otro año escolar que terminaba. No obstante, la emoción que trajo su fin fue algo nuevo e intenso. Era un orgullo tremendo el haber terminado el que, supuestamente, era el año más complicado de todo High School.


Ahora, estoy en doce. El año apenas comienza, y ya estoy segura de que eso de que “doce es un paseo”, es la peor mentira que pudieron decir. Apenas empezó el año, y ya tuve que hacer dos proyectos, rendir un examen, entregar dos ensayos y leerme un libro. 


Es cierto, doce trae muchos beneficios como llegar manejando, la convivencia o el viaje de fin de curso, pero también trae demasiada responsabilidad. Los profesores esperan que actúes como adulto, y por lo tanto te tratan como tal. Esperan que hagas lo que te piden porque se supone que tienes la suficiente madurez y autonomía para hacerlo. Siendo honesta, este tal vez sea el único año antes de la universidad que de verdad te muestra la realidad; nadie va a hacer las cosas por ti. Nadie va a estar como un policía revisando que hagas la tarea o que te prepares para el examen. Si lo haces o no, es tu problema. 


Empezar este año fue un golpe más duro de lo que fueron los anteriores. Este lo empecé segura de que no iba a tener nada por hacer y que todo sería relajado, pero cuando me choqué con la realidad, fue duro reponerme. 


Comprendí que High School es como una escalera ascendente y que doce es el último peldaño. No se trata de relajarse por ser el último año, se trata de trabajar más duro que los último tres porque no solo se pone complicado por las clases y las expectativas, sino por los exámenes como el Icfes, el SAT, el ACT, el TOEFL. Además, hay que escoger una universidad y escoger dónde vas a vivir; en resumidas cuentas, prepararse para entrar al mundo de los adultos. 


Suena aterrador, y les aseguro que lo es, pero eso no significa que sea imposible o que por ello vaya a ser un año insufrible. Hay momentos en los que creo que así va a ser, pero luego recuerdo, que no estoy sola en este viaje. Muchos de mis compañeros están igual que yo, y tengo a mis amigos y familia que me apoyan cuando siento que no puedo hacerlo. 


Sí, doce se trata de mucho trabajo, pero también de disfrutarlo.

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