Paro nacional en mi cumpleaños
Actualizado: 10 dic 2019
María Acosta Salcedo, 11º

Eran las 11:55 p.m. del miércoles 20 de noviembre cuando mi mejor amiga y yo nos dimos cuenta de que faltaban tan solo unos minutos para que oficialmente llegará el día que había estado esperando desde hace meses, mi cumpleaños. Apenas el reloj dio las 12:00 m., mi mejor amiga me abrazó tan fuerte que llegué a sentir que me explotaba. Sin embargo, estaba agradecida y feliz de tenerla allí conmigo ya que mis papás estaban de viaje y regresaban el fin de semana. Después de charlar un rato, nos dormimos.
Estaba siendo bombardeada con videos de cómo unos vándalos hacían daños en algunos barrios. Empezaron con calles, semáforos, cámaras de seguridad, e incluso el esparcimiento de la basura. Después siguieron con tiendas de gente trabajadora que probablemente llevaba esforándose durante un largo tiempo para construir lo que unos bandidos se robaron y destruyeron en minutos. Al seguir explorando, me encontré con videos en los que se les veía tumbando árboles. Se me partía el alma. Al rato, llegó otra amiga que vivía cerca a mi casa, pero su mamá la recogió a los diez minutos, dijo que estaba preocupada por la seguridad en la ciudad. Isabela trataba de distraerme de la triste situación que se vivía allá afuera, y me condujo al televisor para ver la película de nuestra infancia, High School Musical.
Al terminar la película, volví a coger mi celular. Esta vez me metí a Whattsapp, confiando en que la situación ya estuviera más calmada… no lo era así; en realidad, había empeorado. Ahora había unos audios que me atormentaban. Voces de personas comentando acerca de cómo algunos vándalos se estaban metiendo a los conjuntos residenciales y de cómo venían para Pance. Recuerdo muy bien uno en el que un hombre decía algo parecido a lo siguiente, “¡compañeros, el paro no para! Vamos a acabar con todos estos h*** de una vez por todas. ¿Qué dicen si nos metemos al conjunto ese por el lago y después al Colegio Bolívar?” En ese instante, sentí que todo mi cuerpo se erizó. Los audios aumentaban, y con ello mi angustia crecía. A las 8:00 p.m., llamaron de la portería para decirnos que debíamos atender a la reunión de seguridad del condominio. Entre las medidas de protección que sugirieron los vecinos escuché decir que nos metieramos en los carros blindados, que nos distribuyéramos en grupos para refugiarnos en algunas casas; incluso, se decidió que algunos voluntarios harían rondas de vigilancia por cada cuadra del condominio portando armas y machetes. A esa altura de la noche me aturdían las alarmas de los carros y el sonido de los helicópteros en el cielo. Yo no lo podía creer. Era como una película de suspenso… pero no de las chéveres, sino de las trágicas. Temí por mi vida y por la de quienes amo. Alrededor de las 11:00 p.m., el ambiente estaba más tranquilo, el silencio simulaba que todo estaba en orden. Sin embargo, al ver mi celular encontré más de 100 mensajes en los que se afirmaba que esto había sido apenas el comienzo porque el desastre real ocurriría entre las 12:00 m. y las 2:00 a.m. Se me estremecía el corazón, y el miedo me tenía aturdida, estuve decidida a quedarme despierta toda la noche pero el sueño me venció.
Me levanté temprano el viernes 22 de noviembre, sana y salva. Caí en cuenta de que mi cumpleaños fue un poco caótico, no por los vándalos que “se nos iban a entrar”, sino por mi culpa al absorber toda esa información falsa de las redes sociales, creí todo sin corroborar la veracidad de lo que decían. El terrorismo promovido por las redes nos enceguece. El miedo es irracional, de allí que no hubiéramos evaluado la situación correctamente. Quiero resaltar que el objetivo de este artículo no es informar acerca de mi experiencia el día de mi cumpleaños en medio del paro, no, en realidad busco crear conciencia en los lectores acerca de la responsabilidad que tenemos cuando compartimos información a través de los medios de comunicación. Lo vivido la noche del 21 de noviembre debe hacernos entender que, incluso en momentos de caos, necesitamos pensar con independencia y no dejarnos arrastrar por las emociones que nos surgen de un miedo colectivo. Cuando nos dejamos llevar nos estamos poniendo en las manos de unos individuos manipuladores y hasta nos convertimos en sus cómplices, porque terrorista no solo es el que inventa información para expandir miedo, también también lo es aquel que la reenvía sin haberse cerciorado de su veracidad. Por favor, en nuestro día a día no contribuyamos con quienes quieren infundir miedo.
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